lunes, 26 de febrero de 2007

cenando con los amigos

El pasado sábado estuve cenando con unos amigos en un restaurante de la Costa Brava. Yo, que he nacido allí, ya no me dejo sorprender por el paisaje, habituado como estoy a la arena, el salitre y el azul intenso que lo domina todo. Mis amigos, no tan acostumbrados a estos detalles, saboreaban sus platos entre murmullos de admiración por la escenografía y, sobretodo, por nuestra indiferencia ante la exuberancia natural que nos acompañaba. A veces, desearía haber nacido lejos de aquí, en un lugar lejano donde el mar fuera sólo un nombre o un sueño. Esto me permitiría vivir de nuevo una primera vez: la primera zambullida, el vaivén solemne del oleaje, el olor verde y profundo de las algas abandonadas, la rugosidad insultante de la arena bajo los pies, el azote del viento a primera hora de la mañana... Sin embargo para mí ya es tarde. He vivido esto y mucho más. Ahora sólo espero poder adiestrar a mis hijos en este disfrute. Ellos todavía son vírgenes en emociones y para ellos "tot estar per fer i tot és possible".

Para Pau, Sandra y Ramón, compañeros de experiencias y emociones.

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