
Sólo un dato más. Durante su estancia, mi amiga tuvo la brillante idea de sustituir el Apiretal diario que les daban a los huérfanos que acudían al hospital por Mirinda diluida en agua. Se dió cuenta que los chavales sólo acudían en busca de atención. No necesitaban antipiréticos, sólo cariño. Sustituyó el paracetamol por paracetamor.
Ayer mi hijo de seis años insistió en probar su primera Fanta. Yo no cedía y el insistió. Al final se tomó un par de sorbos y dejó el resto. Yo no dejaba de pensar en las dosis que podían salir de los 300 ml que sobraron. Trescientos mililitros, diluidos a la mitad dan unas 600 dosis, 600 niños contentos como unas pascuas. Y rodeándolo todo el puto desierto etíope.
Quieren saber más, echen una ojeada a la página de Ángel Olaran (Angeles de Wukro).