La tribu anda revuelta con una propuesta del Gobierno para que los niños de Primaria dispongan de un ordenador portátil. Algunos ya argumentan que esta medida nos situará en vanguardia de la innovación docente a nivel mundial y que, en pleno siglo XXI, no podemos confiar en que nuestros hijos aprendan según qué cosas en viejos libros y manuales obsoletos.
Aun a riesgo de ser catalogado de carca, conservador, anticuado o, lo que es peor, de facha irredento, mi humilde opinión es que la medida impulsada por el Gobierno es un solemne disparate. Según tengo entendido, en España (y Catalunya) la educación primaria se alarga desde los 6 hasta los 12 años y se estructura en tres ciclos de dos cursos cada uno. Según la Wiquipedia la Educación Primaria debe "asegurar la correcta alfabetización, es decir, enseñar a leer, escribir, cálculo básico y algunos de los conceptos culturales considerados imprescindibles. Su finalidad es proporcionar a todos los alumnos una formación común que haga posible el desarrollo de las capacidades individuales motrices, de equilibrio personal; de relación y de actuación social con la adquisición de los elementos básicos culturales; los aprendizajes relativos mencionados anteriormente." En esta formación básica hay dos actores que son clave: los profesores y la família (sí, sí, los padres y madres). Sin estos dos elementos todo el sistema fracasa aunque traigan Windows y antivirus de fábrica. En este terreno pues, un ordenador poco puede decir. No cabe duda que facilitará según qué tareas, pero nunca consolidará conocimientos. Una frase que leí no se donde lo describe perfectamente: "Los ordenadores son buenos esclavos, pero malos maestros".
Creo pues que el Gobierno se ahorraría bastante dinero si fuese capaz de convencer a los chicos (y a sus padres) que el mejor portátil ya lo llevan en la cabeza: se llama cerebro y ni se queda sin batería ni pita en los aeropuertos.
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